Hoy tenía que ir al centro, y por todo lo que es viajar en las nuevas micros del Transantiago, se me metió en la cabeza que iría en micro. Como vivo cerca del metro, practicamente no ando en micro, sólo cuando es muy necesario, y suele ser de noche, a la vuelta de algún carrete. Pero hoy no me subiría al metro, sino que a una micro.
El problema es que de tanto esperar y esperar, nunca pasó una nueva, y por asuntos de tiempo me tuve que contentar con una amarilla. Y así me subí, pagué, y me senté en la ventana en primera fila, por lo que me dediqué a mirar y relajarme. En eso pasé por el parque balmaceda, y me sorprendió la cantidad de improvisadas pichangas, de familias haciendo pic nic, de jóvenes padres paseando coches. Más abajo, en el parque forestal, también se daba la misma situación, pero se le sumaban algunas acciones culturales ad-hok. Y en las calles del centro había familias enteras que paseaban, iban a algún café, al teatro. No tenía idea de este mundillo urbano que se da en Santiago. A eso se le suma que el viaje fue súper agradable, porque era domingo, entonces no hubo ni tacos ni pitidos. Algo así como debería funcionar el Transantiago en día de semana.
Todo esto me llevó a pensar como es el típico viaje en metro. Impersonal, uno se sube y no ve nada más que las murayas oscuras pasar rápido, una que otra luz morada pasar, y dedicarse a ver a los que están cerca, si es que se anda con energías para eso incluso. Hacer el "tip" de la multivía al entrar, y el "clap" de las puertas cuando se sale, puede ser lo más rutinario de mi ya rutinaria vida. Ahora que lo pienso, y reconociendo que soy un ferviente fan del metro(y que por cosa de tiempo tampoco voy a cambiar) el metro es un verdadero monumento al individualismo.
Espero que el Transantiago de garantías de tiempo y seguridad parecidas al metro, para así poder empezar a pensar en un medio que al menos me deje interactuar con la ciudad, aunque sea a través de las ventanas...