miércoles, abril 21, 2010

Los mejores soundtracks de la historia

Cuando uno escribe lo hace movido por una fuerza fuerte. El amor, el deseo, la venganza, la envidia. Ahora me mueve la rabia, la misma que hirvió mi sangre hoy día al ver a una estudiante más hablar alterada al guardia de la biblioteca y mostrarle con las manos como se corta una cadena de bicicleta con una corta-cadena-de-bicicletas. Lo supe altiro…solo los que hemos sido víctimas de la misma felonía anteriormente nos imaginamos lo peor en la cabeza. Ni siquiera les pregunté, fui al aparcadero…y claro, no estaba. Me la habían hecho, por segunda. Y ahí entonces vino la rabia, las ganas de tener a esa alma, como seguramente habría dicho Andrés Bello, de diminuta estatura moral(no tengo ningún antecedente legislativo que me haga pensar que habría utilizado esas exactas palabras, pero me suena a la época, y en todo caso es mejor que desparramar improperios conocidos) entre mis manos. De poder desfigurarle la frente, los labios, los dientes, los cachetes, las cejas, los ojos a puñetazos. Aclaro que no suelo agarrarme a combos(de hecho el último, bastante desafortunado, lo lancé hace más de diez años), y seguramente por esa falta de práctica combativa tengo aún más acomuladas las ganas, y por eso entonces quería desquitar todo el estrés en este tipo(después supe que eran dos), el estrés de la visa de Canadá, del examen de grado, el de, obvio, el no tener ahora una bicicleta.
¿Qué pasó? Como se podrán imaginar, mi puño fue el menos protagonista de hoy. Si en cambio lo fue la miserabilidad de ver televisión como gorda despechada(en este caso me dediqué a John Adams, con la esperanza de que la honorabilidad de los héroes americanos me acompañara en el mal rato).
Pero la vida always goes on, y bueno, tenía que ir a la Universidad, sin bicicleta, me fui caminando. Entonces, después de un buen rato de caminata, y de maldecir contra medio Santiago por haberme robado mi bicicleta, me puse a pensar en distintas cosas, y después de un rato llegué al zapping por el Ipod, y luego comencé a pensar en “los mejores discos de la historia”. ¿Cuáles son? Siento especial atracción por los soundtracks, esa interesante mezcla de cine y música, y entonces elegí, arbitrariamente a los 3 mejores, y estos son:

  1. 1. The Life Aquatic Studio Sessions: Lo mejor de este es que, la verdad, ni siquiera es un soundtrack. Es un disco que se hizo con motivo de la película de Wes Anderson(el soundtrack es otro, y de todas maneras es otro). Este disco está compuesto por la voz, la guitarra y el genio de Seu Jorge(el de “e isso aí”), versionando en portugués(digo versionando, porque no son realmente covers, ya que las letras raramente tienen que ver con las originales) canciones de David Bowie. Y aunque no sea un soundtrack oficial, lo pongo porque creo que es el mejor disco ever, y entonces no importa la categoría, siempre va a ganar.
  2. 2. I’m Not There OST: El soundtrack de esta película, que cuenta muy particularmente la historia de Bob Dylan, está compuesto por creaciones de éste covereadas por infinidad de grupos y cantantes, desde Caléxico hasta Anthonny And The Jhonsons, Cat Power, Jack Johnson, Sufjan Stevens, y muchos más. Dicen que si bien Bob Dylan no tiene una gran voz, si es un gran autor. Aquí queda más que claro.
  3. 3. The Boat That Rocked OST: este film, que seguramente nadie más además de mí ha visto aún(bájenlo aquí, lo recomiendo a full!) está ambientado en la movida rockera británica de los trempanos 60’, y entonces su soundtrack doble se ubicá allí. Con grupos tan conocidos y consagrados como The Kikns o The Who, otros no tan conocidos, y la mayoría, al menos para este humilde y lego autor, desconocidos, escucharlo resulta por lo menos una placentera y reconfortante dosis de nostalgia(que barsa yo, si nací el 85 nomás! Bueno, por lo desconocido) y buenas ondas sesenteras. A modo de muestra gratis, el video de Letter de The Boxtops aquí.
  4. 4. Y como mención honrosa: el de Taxi Para Tres. Más que mención honrosa, discriminación positiva, porque hay muchísimos otros mejores, pero me fui por el más bacán de los chilenos. El gran amigo Joe Vasconcellos hace la mitad de las canciones, entre ellas Ciudad Traicionera, y bueno, tal como la película, es de lo mejor que hay en chile en tema de celuloide.

Y en fin, volviendo a lo de la bicicleta, a pesar de que soy un militante del movimiento pro optimismo, y nuestro lema es “no hay mal que por bien no venga(suuper original), reconozco que hoy me ha costado en extremo verle el lado bueno al hecho de que me robaron la bicicleta(incluso con todas las horas gastadas encima), pero al menos me dediqué a pensar harto, y eso derivó en que volviera a escribir alguna cosa que no fuera un resumen de derecho en más de 2 años ya, así que esta humilde y seguramente latera columna para la mayoría de los que la lean, es lo bueno que puedo sacar de todo esto.

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